Y hablando de kioscos, el pasado mes de noviembre de 2017 me despertaba con una triste imagen. Sobresaltado por unos fuertes golpes que sonaban en la calle, me levanté y me dirigí a asomarme a la ventana. Era temprano. Antes de subir la persiana, enseguida me imaginé qué eran aquellos ruidos. No me equivocaba.
Un par de operarios estaban procediendo al desmontaje del mítico kiosco metálico que, durante varias décadas, había ocupado la esquina entre el colegio Maristas de Badajoz y el bloque de pisos donde yo vivo. Ver aquella escena para mí fue bastante doloroso.
Entiendo que pueda parecer exagerado, pero cuando en ese pequeño habitáculo, desde niño, has comprado artículos muy variados: chucherías, cromos, canicas, muñecos, revistas... me estaba dando la impresión de que con él moría una parte muy importante de mi pasado.
Comprendo que los kioscos, por desgracia, ya no son rentables, por lo que están condenados a dejar de existir (yo mismo, en Badajoz, he ido viendo cómo han desaparecido muchos de ellos), pero me invadió una profunda tristeza ver desaparecer para siempre aquel reducido establecimiento que tan feliz nos hizo a tantos niños y niñas, quienes compramos de todo durante aquellos años 80 y 90, principalmente.
Un par de operarios estaban procediendo al desmontaje del mítico kiosco metálico que, durante varias décadas, había ocupado la esquina entre el colegio Maristas de Badajoz y el bloque de pisos donde yo vivo. Ver aquella escena para mí fue bastante doloroso.
Entiendo que pueda parecer exagerado, pero cuando en ese pequeño habitáculo, desde niño, has comprado artículos muy variados: chucherías, cromos, canicas, muñecos, revistas... me estaba dando la impresión de que con él moría una parte muy importante de mi pasado.
Comprendo que los kioscos, por desgracia, ya no son rentables, por lo que están condenados a dejar de existir (yo mismo, en Badajoz, he ido viendo cómo han desaparecido muchos de ellos), pero me invadió una profunda tristeza ver desaparecer para siempre aquel reducido establecimiento que tan feliz nos hizo a tantos niños y niñas, quienes compramos de todo durante aquellos años 80 y 90, principalmente.
Como te entiendo. Impactantes imágenes. Aunque parezca también exagerado por mi parte.
ResponderEliminarMientras presenciaba aquella escena no se me iba de la cabeza vuestro libro y todo lo que allí contabais...
EliminarCuando eres un crio los kioscos son como la TARDIS del Dr. Who: pequeños por fuera, pero capaces de contener mundos enteros.
ResponderEliminarAsí es Ricardo. ;-)
EliminarYo personalmente, tengo la espinita de haber sido kioskero, tengo 27 años, y aun podría intentarlo xD.
ResponderEliminarDentro de mi pienso que cuando mi kioskera de siempre se jubile me gustaría continuar con la profesión pero ¿De verdad tiene futuro?
La verdad es que es muy loable por tu parte querer dedicarte a algo así. Por desgracia, quiosquero es de esas profesiones que están destinadas a dejar de existir. Y es una lástima, pero los tiempos cambian y, de manera irremediable, vemos cómo oficios de toda la vida van desapareciendo... :-(
EliminarSiempre formará parte de nuestros recuerdos y de nuestra infancia...son parte de nosotros, aunque ya no estén fisicamente, un abrazo
ResponderEliminarAsí es Javier. :-)
Eliminar¡Un abrazo!