Aunque por lo general aquí me gusta compartir solamente experiencias positivas y amables, a veces uno se topa con situaciones que son todo lo contrario, pero de las que también se aprende. Hace algunos meses me sucedió un inesperado a la vez que desagradable incidente relacionado con un lote igual al que muestro en esta entrada y que procedo a explicar a continuación.
Un vendedor, al que también consideraba compañero de afición, me tenía reservadas estas mismas tres figuras. La cuestión es que, pasado un tiempo (que no llegaba al mes), le dije que quedáramos para pagárselas, algo completamente habitual entre los que somos amigos y compañeros coleccionistas que vendemos y cambiamos material porque nos une cierta confianza mutua.
Cuál fue mi sorpresa cuando me dijo que ya las había vendido, alegando que yo había pasado por completo del asunto y que había ido viendo cómo yo compraba otros artículos (que casualmente también le interesaban a él, lo que le molestó más incluso, aunque no quisiera reconocerlo) y no le pagaba los suyos.
Es por ello que, al no decirle nada en ese tiempo ni él tampoco a mí, en un alarde de mezquindad y retorcimiento como pocas veces me he encontrado durante mi faceta como coleccionista, esta persona me confesó que volvió a poner el lote en venta con la intención de ver si yo me daba cuenta de ello y le decía algo al respecto.
En lugar de haber hablado conmigo para recordarme que sentía necesidad por cerrar la venta, a lo que yo habría accedido ipso facto, porque si hay algo que me caracteriza como comprador es que pago de manera inmediata todo aquello que compro (además de que en ningún momento le dije que no pudiera pagarle las figuras, ni nada por el estilo), actuó de esta forma, mostrando una actitud altiva, rastrera y totalmente fuera de lugar, dejando ver, entre otras cosas, que no sabe coleccionar de verdad ni lo que realmente implica el coleccionismo como afición.
A pesar de conocernos personalmente, de haber realizado cambios, ventas e incluso de haberle regalado algún que otro artículo, e incluso de hablar de algunos temas personales y entablar cierta amistad, este individuo se comportó de una manera ruin, egoísta y despreciable, echándome en cara otras cuestiones que nada tenían que ver con este asunto pero que al parecer tenía guardadas en la recámara y que me soltó sin venir a cuento, todo ello ridículo, absurdo e injustificado, por supuesto.
Mi único error fue no haber comprado directamente el lote desde la web donde lo tenía puesto en venta, pero por ahorrarle la correspondiente comisión que le cobrarían por haberlo vendido, le pedí que lo retirase de la venta, con la idea de cerrar el trato como ya habíamos hecho en otras ocasiones.
Cuento este lamentable asunto porque durante todos los años que llevo coleccionando, que son bastantes, he tratado con miles de personas, ya fueran compradores o vendedores, nacionales y extranjeros y, salvo ocasiones que puedo contar con los dedos de una mano, esta era la primera vez que me sucedía algo así. Afortunadamente, como comento, hechos como este no suelen ser habituales.
Finalmente, pude comprar, hace algunos días, este simpático belén promocional de Conguitos (fabricado en PVC, aunque desconozco el año de fabricación, ya que no llevan nada impreso, así como las características de la promoción donde lo regalaban) a un precio bastante razonable, por cierto. Las moralejas que se pueden extraer de esta experiencia son, por un lado, que de desagradecidos y envidiosos está el mundo lleno y, por otro, que si uno sabe esperar todo llega.